- El padre de la Constitución de 1978 insiste en que los problemas de España no se deben a la Carta Magna, sino a la resistencia a aplicarla correctamente
En una jornada organizada por el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) bajo el título «¿Es el momento de cambiar la Constitución?», Miguel Roca Junyent, uno de los redactores de la Constitución de 1978, ofreció una contundente defensa del texto constitucional, destacando que no es necesario modificarlo, sino que simplemente «basta con que se cumpla y se respete».
La jornada fue inaugurada por el Decano del ICAM, Eugenio Ribón, y presentada por José María Mohedano, copresidente de la Sección de Derecho Constitucional del ICAM, quien elogió la figura de Roca no solo por su papel en la creación de la Constitución, sino por su trayectoria como abogado y su estrecha relación con la abogacía española. «Miguel es un gran amigo de este Colegio y un gran amigo de toda la abogacía. No solo es un excelente abogado, sino que además fundó un gran despacho que ha sido referencia en el mundo del Derecho. El alma de los abogados es la palabra precisa, y Roca siempre ha hecho gala de ello», señaló Mohedano.
Roca: «No es el momento de cambiar la Constitución»
Cuando Roca tomó la palabra, dejó clara su postura desde el principio. Al plantearse si era necesario o no reformar la Constitución, su respuesta fue un rotundo «No». Según el abogado y político, los problemas actuales de España no radican en el texto constitucional en sí, sino en cómo se aplica —o, más bien, en cómo se elude. «Me bastaría con que se cumpliera y respetara», afirmó, defendiendo que la Constitución sigue siendo válida y eficaz para abordar los retos contemporáneos del país.
Roca subrayó que la Constitución de 1978 fue el primer gran pacto de convivencia refrendado por una amplísima mayoría de los españoles, lo que le otorga una legitimidad difícil de cuestionar. «Cambiar el 90% de respaldo que tuvo por un 50,1% [en referencia a una mayoría parlamentaria simple] es algo que hay que pensarlo mucho», advirtió. Para él, una reforma constitucional requiere un consenso mucho mayor del que podría alcanzarse en la situación política actual, marcada por una profunda polarización.
La Constitución como pacto de convivencia
Roca explicó que la Constitución es, ante todo, un pacto de convivencia. «Es el estatuto de una comunidad de vecinos», señaló, destacando que, aunque el texto tiene una gran solemnidad jurídica, su esencia es garantizar la paz y la libertad de todos los ciudadanos. «Sin paz y libertad no hay progreso posible», afirmó, recordando que el objetivo principal de la Constitución es permitir que los españoles convivan en un marco de derechos y libertades.
El abogado catalán hizo un paralelismo entre los Pactos de la Moncloa y la Constitución, reivindicando los amplios consensos que representaron y señalando que ambos fueron clave para construir la democracia española tal como la conocemos hoy. «La Constitución no es el problema, sino la resistencia a aplicarla. Esto es lo que molesta», enfatizó.
Polarización y la importancia del diálogo
Uno de los temas más destacados de la intervención de Roca fue la crítica a la polarización política que domina el debate público en la actualidad. Para él, uno de los mayores problemas es que se ha dejado de lado el diálogo, algo que la Constitución exige. «Es más fácil construir un enemigo que conversar con el adversario», afirmó, señalando que la esencia de la democracia es precisamente el pacto y la negociación.
«Respetar las libertades del otro es complicado, no es fácil», advirtió Roca, destacando que el objetivo en muchas ocasiones parece ser simplemente «hacer perder al contrario», en lugar de buscar acuerdos. Esta incapacidad de abordar los problemas desde un enfoque dialogante, según él, es uno de los mayores obstáculos que enfrenta la democracia española.
El papel de los abogados como garantes de los derechos
Roca quiso también poner en valor el papel de los abogados en la protección de los derechos recogidos en la Constitución. «El primer garante de los derechos de los ciudadanos somos los abogados», señaló. Según él, el texto constitucional sigue proporcionando toda la argumentación jurídica necesaria para defender las libertades individuales, y es precisamente la labor de los juristas asegurar que se cumpla ese marco de derechos.
En relación con las demandas de las generaciones más jóvenes, que a menudo critican no haber votado la Constitución, Roca recordó que la Constitución sigue siendo «un objeto de evolución interpretativa». Es decir, permite adaptaciones a través de su interpretación, pero eso no significa que deba ser reformada sin el consenso necesario.
La amnistía y el papel del Tribunal Constitucional
En un momento clave de la jornada, Roca fue preguntado por su opinión sobre la amnistía, uno de los temas más controvertidos en la actualidad política. Su respuesta fue clara: «Que lo interprete el Tribunal Constitucional». Con esta frase, el abogado reiteró su defensa de la independencia del máximo órgano judicial y subrayó que es esencial para el sistema democrático acatar sus decisiones.
Asimismo, criticó la tendencia actual a sustituir los argumentos por conclusiones rápidas y poco fundamentadas. «Los argumentos están muy ausentes del debate actual. Veo muchas conclusiones», comentó, refiriéndose a la influencia de las redes sociales y la simplificación del discurso político. «Los 128 caracteres hicieron mucho daño», agregó, en alusión a la limitación de caracteres en plataformas como Twitter, que, en su opinión, ha degradado el nivel del debate público.
Reformas necesarias y la pervivencia de la Constitución
Aunque Roca se mostró firme en su rechazo a una reforma constitucional, sí mencionó algunas áreas que, en su opinión, necesitan cambios para mejorar el funcionamiento del sistema democrático. Entre ellas, citó la reforma del sistema electoral, abogando por una segunda vuelta, y el Senado, que, según él, podría evitar tensiones si se transformara en una verdadera cámara de representación territorial.
Para concluir, Roca reafirmó que la Constitución sigue siendo «el mejor catálogo de derechos y libertades» que tiene España, y que no es el texto en sí lo que falla, sino la incapacidad de las instituciones y los actores políticos para aplicarla. «Un referéndum puede dividir más que unir», advirtió, resaltando que las decisiones que afectan al pacto de convivencia deben ser tomadas con la mayor prudencia posible.
En resumen, Roca defendió con firmeza que no es el momento de cambiar la Constitución, sino de aplicarla y respetarla, insistiendo en que los problemas de España no están en el texto constitucional, sino en la falta de voluntad política para cumplir con lo pactado hace más de cuatro décadas.
Bienvenida del Decano del ICAM
El Decano del ICAM, Eugenio Ribón, fue el encargado de inaugurar la sesión, y en su discurso subrayó la importancia del debate, afirmando que la abogacía tiene la responsabilidad de ser «custodios de los valores fundamentales sobre los que se asienta nuestra sociedad: la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Ribón destacó el papel de Miquel Roca como un defensor inquebrantable de la Constitución, señalando que su trayectoria es “inseparable de la política, pero sobre todo, inseparable de la abogacía”.
En su intervención, Ribón recordó que la Constitución no es solo un conjunto de normas jurídicas, sino «el pilar que sostiene nuestra convivencia democrática», y resaltó que cualquier intento de reformarla debe hacerse con amplio consenso y madurez. “Reformar por reformar no es una solución; solo cuando exista un consenso claro, fruto del diálogo y la búsqueda de acuerdos genuinos, podrá considerarse una reforma como un paso verdaderamente responsable”, apuntó.
El Decano también destacó el papel de la abogacía en este tipo de debates, señalando que los abogados son “los defensores de la estabilidad democrática”, y que cualquier reforma debe respetar los principios sobre los que se fundó el sistema democrático. “Vivimos en tiempos de incertidumbre, donde las tensiones políticas y sociales pueden llevarnos a buscar soluciones rápidas o inmediatas”, dijo Ribón, añadiendo que «las reformas constitucionales no deben ser impulsadas por la urgencia del momento, sino por la necesidad de fortalecer nuestra convivencia en el largo plazo».